Cada camino abierto hoy se encuentra en penumbra, sin razón las luces disminuyen cada segundo, se ha vuelto serio eso de morir cada día, tengo la enfermedad mortal de la vida.
Cada paso me alejo mas de las luces de una tarde tibia, sin festejos, ni lamentos, sin emociones, ni concejos, solo, simplemente solo, entre sombras.
La compañía es un eco lejano, que de vez en cuando , le da por gritar, pero su ausencia solo perturba mis sentidos, nada personal, solo un eco en mis oidos. La ausencia se avuelto casual, una moda, una realidad, sin una mano la cual tomar, sin un cuerpo al que abrazar y sin una voz que me diga que nada está mal.
En este ocaso las criaturas se expanden, se amasan de modo amorfo, sin siluetas, ni condenas, ni protestas, ni proclamas, me acechan, me distraen, pero no me besan. El hambre interminable de conocimiento mata un poco mis neuronas, mi delirio artificial de la creación, si ser nunca el mejor, intentando sacar el mundo onírico que se extiende en mi alma y mi cerebro, cada palmo recorrido se convierte en una prueba irrefutable de la existencia de la imaginación.
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