la vida solo no es vida, carece de inocencia,
el olor añejo del pasado ajeno,
no es substancia que me haga desgano.
Las atmosferas a mi alrededor de llaman,
las noches de ebano me yagan,
no importando si hay estrellas,
son los gritos de las victimas, cada una de ellas.
Ignoro si tu estancia es pasajera,
si tus besos fueron ciertos o solo malditos,
si estuviste entre mis brazos, toda entera,
o te prediste en el mito de una vida pasajera.
Es mi despertar pagano el que indica mi creciente hambre,
el casiño que mis manos hacen en tu cadera alarde,
las nostalgias solo llenan de lagrimas de sangre mis manos,
y esta inmortalidad tan lenta y tan vacía,
la dulce miel de tu compañía, no se siente, se oxida,
el recuerdo presentado como beso inmaculado,
cae desierto ante mis ojos, por mi hambre envenenado,
sin aparecer despojos, sin motivo ni ambición,
lleva mis restos podridos a una sana dimensión,
sin leer lo que mi mente desea, sin mirar, hazme el amor.

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