martes, 10 de enero de 2017

Papá Beto



Me hubiera encantado ver tu cara cuando vieras a mi hijo, con los mismos ojos que los tuyos, tu mirada en la de él, verte jugar con él, boxearlo como me enseñabas a mi cuando niño, cargarlo y reírte con sus travesuras.

Me hubiera fascinado  verte enseñarle a controlar los perritos, verte enseñarle a usar una herramienta y platicarle de tus abuelitos, de cuando ibas a los bailes y de lo bueno que eras para bailar, me gustaría que le platicaras las anécdotas que tenías de la tienda, que le contaras que cuando llegábamos de vacaciones eran pérdidas para la casa, porque arrasábamos con todo y no apuntábamos lo que tomábamos, pero sin embargo no nos regañabas nunca y todo consejos siempre nos lo diste con el corazón.

Como me gustaría ver a mi hijo sentado escuchando de tu familia, de los militares, de aquella historia sobre la captura de Pancho Villa, que le platicaras como conociste a Quica y como se enamoraron, como me gustaría haber visto a mi hijo hacerte tantas preguntas.

Todavía recuerdo todas las veces que sin saberlo nos ponías a trabajar para ayudarte con algo de la casa, esa casa a la que tú le pusiste muchas cosas y que te faltó tiempo para añadirle más.
Serías el maestro de mi bebé para enseñarle a educar a los perritos, sin maltrato todos te hacían caso, obedientes y cariñosos contigo siempre, me encantaría verte tomarlo de la mano y llevarlo bailando al ritmo de algún cha cha cha o de un vals o dejarlo atónito al interpretar alguna melodía en tu armónica, esa armónica que aún está junto a tus cenizas y que siento que si hubieras conocido a mi hijo se la hubieras heredado por su gusto por la música.

Extraño escucharte durante horas platicar largo y tendido sobre la familia, soy privilegiado por ser el receptor de tus historias y confesiones, agradezco a dios permitirme estar contigo en tu enfermedad porque eso nos permitió estar más tiempo juntos y más tiempo para escucharte recordar tus tiempos manejando, tus experiencias al volante y con los puños, para mí siempre fuiste mi héroe, todas las historias que a tus hijas parecían repetidas hoy daría cualquier cosa por volver a oírlas, las costumbres de tus abuelos, como cargabas con pistola y machete cuando eras niño, de la falta de dinero,  de tu valor, de tu grandeza como persona, de eso es lo que realmente hablaban esas historias que a pesar de que todos conocíamos siempre había algo más en ellas que valía la pena volver a oír.

Siempre tendré en la memoria el día que partiste, creo que fue tu última enseñanza en este plano, me hiciste más fuerte sentimentalmente, sobre todo porque sé que tú eras igual de sentimental que yo, lidiar con tu ausencia no ha sido fácil y todos los días al tomar un volante pienso en ti.

“Manejar es un placer, disfrútalo” “lo que aprenden las personas de ti es lo que te hace eterno” Estas frases son de las que rigen mi vida hoy en día y forman parte de los valores que me diste, tu amor por la familia es algo que trascenderá para siempre porque a nosotros nos dejaste mucho.
Se perfectamente que estás contento con el hombre en que me he convertido, porque te vi en ese sueño, tal como había dejado de verte en tu silla con la ropa que usabas, pero muy muy sonriente.


Admirare siempre que a pesar de todo lo que sufriste en tu vida nunca te quedaste tirado, siempre seguiste adelante y contra viento y marea viste muchas cosas y realizaste a toda una familia de grandes personas que llevan tu amor y tu recuerdo para siempre en el corazón y que estoy seguro que las siguiente generaciones, comenzando con mi hijo sabrán siempre quien es Papá Beto.

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