jueves, 29 de enero de 2009

MUNDO SURREAL IV


ARTE DE paramhwi EN DEVIANTART
El hombre de la apuesta circula en los caminos de caramelo, mientras conduce hábilmente un destino de marca reciente, se va comiendo los kilometros, uno por uno, hasta saciar su bestial apetito, ella, esperandolo en el borde un acantilado, que protege un alma color azul, reza a los pájaros para que no devoren a su amado. En un tercio de una media el pescador introduce 13 paginas de una novela de amor y un litro de miel, para que los peces caigan sin mayor oposición, mientras las sirenas le observan timidas y pícaras, sobando sus colas y palpando sus orificios cloacales, desando tener un par de piernas que invite al pesacador a entrar en su templo. Ella pr fin divisa el extraño montado en su destino, raudo, sofocante, contamina el paisaje con su sobria actitud, el colmo de la mezquindad, el le saluda y pasa de largo, solo para regresar con un ramo de orgias en la mano, sus ganas corren hasta los pechos de ella, mientras el gato interpreta una melodia de blues.
El pescador ha visto la escena, ella es la epítome de la dulzura y la ternura, no soporta ver como las largas manos del hombre de la apuesta acarician sus curvas sin mayor delicadeza, al mirar sus propias manos, el pescador se da cuenta que tiene infinidad de lineas, por las que circula la responsabilidad, la delicadeza y la lujuria, pero no puede dar reinda suelta a sus bajas pasiones, no mientras se encuentre el hombre de la apuesta.
El corazón de ella late fuerte, azotando de un lado a otro de su cavidad torácica, es el miedo o la lujúria, no lo sabe, mientras un mar de deseo escurre entre sus piernas bañando al hombre que la manosea, el pesacador la llama por su nombre Luna, elhombre voltea y con las manos llenas de viscosa miel eterea intenta sofocar al pescador tomándolo por el cuello, en la disputa, ella escapa, el destino del hombre de la apuesta es rapido y ella logra huir al astro plateado de donde proviene, a salvo de la lujuria el deseo y la pasión, deseando ser como las sirenas, sin tener un par de sensuales piernas que invoquen el deseo sexual en los hombres, siendo solo un pez de cara bonita.

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