¿Escuchas eso? son los sonidos del hierro retorcido en la llama de una soldedad prolongada, cuando el tiempo has estado bajo el agua, esos llantos inmisericordes que escuchas, son las voces de los inocentes que han caido bajo tu engaño, no me mires así, estas cicatrices en mis manos no son del tiempo, son por intentar contener mis lágrimas, ¿que?, aun no te das cuenta de mi sangre derramada por el universo, como huellas y pistas para el buscador alado que he intentado asesinar cada año, pero que inexplicablemente se levanta y anda, se eleva de nuevo para regresar a intentar tomarme por sorpresa.
Endiosado por la belleza de cuanta flor de terciopelo se me ha puesto enfrente, pienso que en unico y verdadero amor es el amor propio, cuando en el incendio comienza, los gritos y la desesperación se imponen, aún así se escucha la risa siniestra de el miedo, que escondido entre el humo negro te mira, te desafía y te besa, mientras tu ausencia sucede al mismo tiempo que me consumo en la llamarada de la nostalgia.
Una noche, la polvareda en el camino, las sombras mezcladas en la tierra, la humedad de una mirada inquieta, la indesición de dejarse ir, una ausencia, el tiempo y la fragancia de una alcatráz que se ha marchitado por el tiempo.
¿Sientes mi mano?, mirala de cerca que puede que el amor se transmine por ella hasta tu interior y se queme en tu cuerpo mientras en un abrazo mortal te deje sin aire, mientras le hago el amor a tu memoria.
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